- Una mujer, con un Blackberry.
¿Me dices tu PIN?», es el ritual social de moda, la pregunta de rigor al momento de despedirse de alguien a quien acabas de conocer. Para los no iniciados, el PIN es el número de identificación personal que la compañía canadiense Research In Motion (RIM) asigna a cada Blackberry, el teléfono inteligente que trae de cabeza a los venezolanos.
Aunque fue creado para clientes corporativos, en Venezuela es el móvil preferido de toda clase de profesionales, trabajadores y estudiantes universitarios, procedentes de distintas clases sociales. ¿El secreto de su éxito? La facilidad para que los blackberristas se comuniquen entre ellos –PIN mediante– a través de una red propia extendida por todo el planeta. Ese factor diferencial, unido a los demás servicios propios de todo teléfono inteligente, como el acceso a internet y a sus redes sociales, ha hecho de los venezolanos verdaderos adictos a este aparato.
Las cifras hablan por sí solas. Según los datos de RIM, Venezuela supera a Europa en el uso de Blackberry en términos per cápita. Compañías de telecomunicaciones indican que en términos absolutos hay más móviles Blackberry en Venezuela que en España, donde hay 15 millones de habitantes más y cuyo PIB per cápita cuadruplica al de la nación caribeña.
Se calcula que en Venezuela hay unos 27 millones de móviles, de los cuales 5 millones son teléfonos inteligentes y, entre estos, hay más de 1 millón de Blackberry. El dato es más relevante aún considerando que el salario mínimo no llega siquiera a los 200 euros, mientras el precio de estos teléfonos oscila entre los 250 y los 800 euros. A pesar de ello, el Blackberry se ha convertido en la marca de referencia, no solo entre los teléfonos inteligentes, sino entre los móviles en general.
Con sus enormes atascos de tráfico, que han reducido la velocidad promedio de sus vías hasta los 15 kilómetros por hora, Caracas es una ciudad ideal para el uso del Blackberry, que permite recibir información de último minuto acerca de las novedades que puedan surgir en la vía (un accidente, un corte por una protesta callejera), así como mantenerse entretenido durante las muchas horas que los venezolanos se dejan cada día en sus traslados.
El Blackberry también otorga estatus social y eso en un país como Venezuela, cuyos habitantes suelen vivir por encima de sus posibilidades, es un factor determinante. Tener un Blackberry no solo mola, sino que hace sentir a su propietario parte de una comunidad, de una vanguardia social y tecnológica. En algunos gremios, como el de los periodistas, se considera como una rara avis a aquella persona que no tenga uno.
Esta afición, además de costosa, también implica ciertos riesgos. El elevado precio de estos móviles los hacen apetecibles para los ladrones. En noviembre pasado, delincuentes portando armas de fuego robaron un autobús del transporte público en el que la mayor parte de los pasajeros eran estudiantes de una universidad privada de Caracas. El botín: 20 Blackberry, cuyo valor de mercado equivale al menos a unos 5.000 euros.
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